Los conflictos marcaron la vida familiar de Wedad. Como era analfabeta, no podía ayudar a sus tres hijos con los deberes. Por eso siempre había discusiones en su casa. Su marido también solía ser grosero con ella y sus hijos.
Según las costumbres locales, Wedad era aún una niña cuando se casó. Su marido esperaba de ella que tuviera hijos, mantuviera sana a la familia y pusiera una comida diaria adecuada en la mesa. La opinión general era que la educación no era algo que ella necesitara.
Wedad asistía a veces a una reunión de señoras en una iglesia evangélica cercana. Un día, el pastor anunció el comienzo de una clase de alfabetización basada en la Biblia, en la que los participantes aprenden a leer utilizando historias bíblicas. Wedad, de 53 años, se apuntó entusiasmada, con la esperanza de aprender por fin a leer y escribir. A medida que avanzaba en el plan de estudios, aprendió sobre Dios y su amor por ella. Como consecuencia, su comportamiento con su familia cambió. Se convirtió en una pacificadora.
Durante una de las clases, la profesora, la señora Mervat, pidió a sus alumnos que rezaran en voz alta. "No sé cómo rezar", dijo Wedad. "Simplemente di lo que sientas en tu corazón", aconsejó la señora Mervat. Entonces, Wedad rezó: "¡Por favor, Señor, cambia mi vida! Quiero vivir para ti". Y siguió rezando por sus hijos.
La familia de Wedad notó cómo cambiaba su comportamiento. Se volvió paciente y tranquila. Incluso cuando su marido era grosero con ella, ella le contestaba pacíficamente. Wedad se convirtió en un faro de la luz de Cristo en su familia, su iglesia y su comunidad.
En el verano de 2022, Wedad empezó a sufrir dolores de cabeza crónicos. Pensó que era un problema de vista y fue al médico para que le cambiara las gafas, pero no sirvió de nada. En julio de 2022, acudió a una segunda consulta, que reveló un tumor cerebral. Su caso era grave y rápidamente fue de mal en peor. En sólo tres meses, ya no podía levantarse de la cama.
Cuando la señora Mervat la visitó, Wedad le dijo: "No se preocupe, señorita. Dios está conmigo. Le vi cuando sufría y me dijo: 'No te preocupes, estoy a tu lado'. Así que no tengo miedo".
A pesar de los dolores que sufría, Wedad no dejaba de compartir el amor de Dios con quienes la visitaban. Todos decían: "Estamos seguros de que Dios está con ella. Es la portadora de la imagen de Dios".
Después de tres meses de sufrimiento y dolor, falleció en paz y comenzó su nueva vida eterna con Jesús. Su recuerdo será un testimonio duradero del amor de Cristo para aquellos que dejó atrás.